Mi semana de Camino de Santiago (26/07/2003 - 03/08/2003)/

A continuación voy a relatar mis experiencias en el corto trayecto desde Santo Domingo de la Calzada hasta Sahagún en el verano de 2003, que realicé con mi colega Iñigo.

En la puerta del albergue de Santo Domingo de la Calzada

Sábado 26 de julio de 2003: Gracias a que la madre de Iñigo nos acerca a Santo Domingo de la Calzada me da tiempo a preparar la mochila, ya que ayer hicimos un viaje relámpago a Alcalá de Henares para recoger unos muebles de su nueva casa. Pensábamos empezar de Logroño, pero así me dará tiempo a estar de vuelta en Vitoria el día 3.

En Santo Domingo nos hospedamos en el albergue "La casa del Santo". Tiene buena pinta. Comemos en un restaurante de por allí. La camarera tiene más pintura encima que un cuadro de Velázquez. Me doy cuenta de que me he dejado el cinturón; menos mal que hay mercadillo y pillo uno por 1€. Por la tarde vamos a la piscina, donde por ser peregrinos nos cobran un solo pase (1,6 €). Por ahora empezamos bien. Iñigo se compra un traje de baño porque no llevaba. Conocemos a un Mejicano, Alex, al que luego volveremos a ver a lo largo del camino.

Compramos pan, choped y queso y nos hacemos bocadillos. En el albergue conocemos a un tal José María García que a sus setentaipico años ha hecho el camino veintitantas veces. Tiene hasta sello propio y nos dejamos sellar la credencial. También conocemos a tres catalanas: Rosa, Marta y Carla. Nos invitan a "amanida" de patatas y tomate.

Nos acostamos pronto. Duermo poco. Al día siguiente una rubia da la luz ¡¡¡a las 5:30!!! y se pone a darse crema. "P'haberla matao". Luego la veremos también a lo largo del camino. Debe ser alemana o austriaca.

Domingo 27: Por novatos nos quedamos sin desayuno. Menos mal que llevaba barritas energéticas. Tomamos un café de máquina y salimos a las 7:00. Nada más salir de Sto. Domingo empieza a llover con ganas. Nos ponemos las capas y por el camino nos encontramos con Marta la Catalana. Se está quitando las zapatillas y poniendo las chanclas. Vamos un ratito juntos pero pronto nos deja atrás. En Redecilla sellamos y allí nos informan de varias pensiones de Belorado. Llegamos a Belorado hacia las 12:30 y vamos directos a la pensión Toñi; por 36 € tenemos habitación doble con baño y TV. Nos atiende una rubia imponente. Está claro que las tentaciones del camino son muchas, pero nosotros impasibles; a no ser que venga pidiéndolo de rodillas claro, cosa que no sucede. Comemos en el restaurante Bulevar (sic). Allí hay un matrimonio de franceses bastante mayorcitos (¿ 70 ?) a los que veremos más adelante. También una pareja española, pero más sosos. El tío se dedica a sacar fotos de los campos de trigo y la tía no saluda nunca.

La entrada a Belorado

Damos una vuelta por el pueblo y llegamos al albergue en el que encontramos a las Catalanas y al Mejicano. Siestita en la pensión, otra vuelta y cenita a base de bocatas. Después a sobar. Por ahora somos peregrinos de lujo; ya nos tocará sufrir. Se nos olvida sellar.

Lunes 28: Nos levantamos a las 7:00, vamos a desayunar opíparamente al bar Goya y salimos hacia San Juan de Ortega. Paramos en Villafranca y Montes de Oca en el bar Pájaro. Los camareros bastante bordes, pero el bocata de jamón y la cerveza "de muerte". Después está el puerto de la Pedraja, donde hay unas cuestas bastante cabritas. Nos encontramos con un peregrino que a pesar de ser mayor que nosotros, nos adelanta tranquilamente. Más adelante coincidiremos con él. Forma parte del grupo de "los 6 magníficos", apodo puesto por los madrileños que conoceremos en San Juan de Ortega.

La entrada a San Juan de Ortega

Llegamos a San Juan de Ortega a las 13:30. El pueblo es enano, pero su único albergue está bien. El único bar tampoco está mal del todo. Tiene un camarero muy gamberro llamado Manuel (1.70 cm, 120 kg) con el que hacemos unas risas. A nuestro lado están "los 6 magníficos" (el que nos adelantó en La Pedraja, "El Gallego Errante", 2 portugueses y 2 chicas) y el matrimonio francés que vimos en Belorado. Son simpáticos e inmediatamente me "adoptan" al ver que chapurreo un poco francés. Por cierto, aquí está también la rubia de la crema de Sto. Domingo. Estamos planteándonos estrangularla esta misma noche. Además, ya tengo una preciosa ampolla que me acompañará el resto del camino.

Por la tarde jugamos a las cartas con un catalán que va con otro chico que lleva una bolsa con caracoles, y con un madrileño que viaja con su hermano.

Degustando las famosas sopas de ajo del párroco

El párroco nos invita a sopas de ajo. Muy buenas y además por la cara; por supuesto, tripitimos. Más adelante nos comemos un bocata en el bar de Manuel. Cenando en el bar charlamos un poco con una catalana, Olga, con la que luego coincidiremos a lo largo del camino. Aparece un autobús de monjas que tienen martirizado al conductor. Procuramos animarle un poco, porque está al borde del suicidio; no me extraña, dice que van a rosario por cada 10 kms. Ayudo al matrimonio francés a pedir sus consumiciones y la señora me da besos; definitivamente, me han adoptado como hijo. Nos vamos a dormir.

Martes 29: Salimos a las 7:00. El bar cerrado y no nos quedan barritas ni nada; a sufrir. A las 8:00 llegamos a Atapuerca y desayunamos como bestias. Allí está la rubia cremosa, los 6 magníficos, los hermanos madrileños y 2 canadienses. Seguimos camino y paramos en Orbaneja a descansar y tomar la correspondiente birra (ver foto) ¡alabado sea el Señor!.

Limpiando la garganta del polvo del camino

Mi ampolla está en su máximo esplendor; es la madre de todas las ampollas. Nos alcanzan los madrileños y seguimos juntos hasta Burgos. ¡Qué peñazo es la entrada a Burgos! No me extraña que haya peregrinos que cojan un urbano hasta el centro. Son 5 kms. de polígono industrial. Llegamos reventados. Pasamos por Información y Turismo y preguntamos por alojamientos. Los madrileños van a uno y nosotros a otro. No hay sitio, pero nos mandan a otro que sí hay. Pensión Lar, con baño y TV. Aprovechamos para hacer colada. Volvemos a ser peregrinos de lujo.

Salimos a dar una vuelta por el centro de Burgos. Visitamos la Catedral, donde nos encontramos a Alex y los madrileños, Daniel y Juan. Quedamos con Alex en una hora, 8:00, puesto que él ya ha visto la Catedral y los madrileños y nosotros no. La Catedral está bien, excepto por la cantidad de oro y joyas que hay allí y que podrían emplearse en otros menesteres. También hay una estatua de Santiago "matamoros" a caballo, espada en ristre acuchillando Moros. ¡Hace falta ser bestia! Espero que Santiago se lo perdone, pero los que la pusieron ahí (y los que la mantienen hoy en día) son un poco subnormales. Compramos el desayuno para el día siguiente (vamos espabilando) y nos vamos a cenar todos.

Alex propone un sitio que le han recomendado, el Ojeda, pero resulta ser un poco suntuoso por lo que tomamos unas bebidas y nos vamos a una tasca a picotear. Nos despedimos de Alex y los madrileños ya que aquél se retira y estos se toman una jornada de descanso en Burgos. Nos retiramos a dormir y a la mañana siguiente salimos hacia Hontanas. La ruta "oficial" nos llevaría hasta Castrojeriz pero hacemos un cambio para que a mí me dé tiempo a llegar a Sahagún el sábado o domingo ya que el martes 5 de agosto salgo de viaje y en Sahagún hay tren.

Miércoles 30: Desayunamos en la habitación y partimos rondando las 8:30 hacia Hontanas. La salida de Burgos es algo menos pesada que la entrada. Pasamos por el albergue, que está a la salida y más adelante adelantamos al matrimonio francés mayorcito tan simpáticos. Pasamos por Tardajos y en Rabé paramos un momento a descansar al lado del albergue. Allí me puse las sandalias porque la ampolla del pie izquierdo me estaba matando. Compramos algo de fruta y seguimos camino.

En Hornillos paramos a comer. Hay 2 ciclistas navarros en la mesa de al lado. Nos cuentan que un peregrino les ha adelantado corriendo. Uno de los navarros está desmoralizado; dice que si le vuelven a adelantar corriendo abandona. Más adelante coincidiremos con el correcolari. Para mí que le falta algún tornillo.

Echamos una siestita en el pórtico de la iglesia. Vemos al matrimonio francés, al que no volveremos a ver, y a los 2 canadienses. Uno de ellos nos mira, se ríe y dice "my bacpack stinks" o sea, mi mochila apesta, mientas espanta unas moscas de su mochila; ¿qué llevará ahí? ¿alguna reliquia reciente?. A las 15:30, a pesar de la que está cayendo, seguimos hacia Hontanas. Un italiano nos ve partir y nos dice "¡que corage! (pronúnciese corache)", que en italiano debe significar "vosotros estais subnormalizados chavales".

El camino es durísimo. Llegamos a San Bol, donde hay un albergue y una piscinita que desafía la física porque tiene agua a menos 10ºC en estado líquido. Por supuesto, nos bañamos. Allí están 2 alemanes maduritos a los que conocimos en San Juan de Ortega y una chica muy espectacular y exuberante con una camiseta 2 tallas menos de la suya con un número 5 (a partir de ahora, la denominaré "number five"). Luego nos enteramos que es brasileña. Al poco tiempo aparecen los canadienses.

Tras secarnos seguimos ruta. Llegamos a Hontanas reventados pero el albergue es de fábula. Nos atiende una niña, Sandra. Nos acomodamos encima de unas crías alemanas un tanto sosas y antipáticas. Damos un paseo por el pueblo y el párroco, de unos 70ypico años, nos enseña la iglesia a nosotros,  a 2 caballeros: uno de Algeciras y el otro de Ciudad Real, y a un inglés con sus 2 hijos, con los que nos volveremos a ver. En el albergue están Olga, que la conocimos en San Juan de Ortega y su chico, David.

La fuente de Hontanas

En la cena coincidimos con el de Algeciras y el de Ciudad Real, con un matrimonio de Donosti y con un padre que va con su hijo con pinta de cabreado o de ¿qué hago yo aquí con mi viejo?. En la mesa de al lado hay una pareja de Murcia. Por la noche no consigo dormir. La litera hace un ruido terrible cada vez que me muevo. A la alemana de abajo le da un ataque de nervios y en medio de la noche me monta un pollo de miedo. Para mí que la gente se habrá pensado que la quería violar. No me atrevo a moverme en toda la noche. Al día siguiente marchamos en dirección a Fromista pasando por Castrojeriz.

Jueves 31: Partimos a las 7:20 (los últimos como siempre) y enseguida adelantamos al padre y al hijo-con-pinta-de-cabreado y al matrimonio inglés con los dos niños de 3 y 4 años, que ¡hace falta valor!. Pasamos Castrojeriz y subimos una cuesta horrorosa con un sol de muerte. Cruzamos el Pisuerga que hace frontera con Palencia. Atravesamos Itero del Castillo y después de un rato largo y más cuestas llegamos a Boadilla donde hay un albergue con hierbita, muy bien cuidado y ambientado. Allí está el matrimonio de Donosti, el señor de Ciudad Real y el de Algeciras, que se quedan a pernoctar. Después de comer y echar la siesta, y como se nos ha reblandecido el cerebro, cuando más calor hace nos marchamos hacia Fromista donde llegamos hacia las 18:45. Puerta con puerta del albergue está el hotel San Martín, así que cedemos a la tentación y nos metemos en él. La habitación es de lujo, por 36€. Visitamos el albergue, donde están l@s Catalanes, la iglesia, que está enfrente, y después damos un garbeo llegando hasta la estación de tren para confirmar los horarios desde Sahagun a Vitoria. Además de los trenes de las 14:00 y 16:00 directos hay uno con transbordo en Palencia por la mañana. Esta información me animará a pasar noche el sábado en Sahagun y salir el domingo por la mañana hacia Vitoria en vez de volverme el mismo sábado al poco de llegar.

La iglesia románica de San Martín de Fromista

Cenamos en el "Van 2" una sopa castellana y un pollo a la salsa de almendra que están de muerte; por supuesto, acompañados de medio litro de cerveza. Creo que me estoy alcoholizando. Después, cafecito en el restaurante del hotel y a sobar.

Viernes 1 de agosto: Nos levantamos a las 6:00 y desayunamos en el albergue, que como ya comenté está al lado. Previamente, la tarde anterior sacamos un ticket para el desayuno. Hoy nos espera una etapa dura ya que en vez de la oficial Fromista-Carrión de los Condes vamos a proseguir hasta Calzadilla de la Cueza, que está a 16.3 kms. de Carrión, o sea, etapa de 35.3 kms. para que así la de mañana sea solo de 21.3 kms. y lleguemos a Sahagún sin novedad y con posibilidad de coger el tren de las 15:45 para Vitoria.

Al principio el camino es una maravilla; a la orilla del río Ucieza, con árboles y suelo de tierra ideal para caminar. Paramos a descansar en la ermita de la Virgen del Río y seguimos adelante pasando por Villalcazar de Sirga. Seguimos al lado de la carretera hasta Carrión de los Condes.

En Carrión nos encontramos a l@s Catalanes; también están El Gallego Errante y Number Five. Paramos en un bar y tomamos un pincho de tortilla y una pinta de cerveza (¿cuántos litros llevo ya? En vez de Camino de Santiago debería denominarlo Camino de la Cerveza). Allí charlamos con un chico y una chica aragoneses que van en bicicleta. Después de reponer fuerzas proseguimos el camino. Al principio se hace llevadero, pero tras pasar la  abadía de Santa María de Beneviere la cosa se pone fea. Solo hay una fuente de agua estancada. Iñigo bebe de ella y más adelante lo pagará caro; yo no me atrevo y prefiero pasar sed. El hermano sol nos abrasa.

En seguida de la fuente putrefacta nos encontramos con l@s Catalanes y seguimos con ellos hasta Calzadilla de la Cueza, donde llegaremos reventados. Solo nos quedan escasas fuerzas para llegar arrastrándonos hasta la máquina de cervezas, donde afortunadamente está mi marca favorita fresquita. Me tomo tres seguidas y vuelvo a recuperar las constantes vitales; eso sí, el encefalograma sigue plano.

En el pueblo no hay nada que ver. Damos un paseo y charlamos con un aborígen de temas del campo.  El albergue está bien y hay un bar-restaurante cuyo dueño posee también el albergue. Debe ser el mafioso local. En el albergue hay un chico que se nos queda mirando con una mirada aterradora. Hacemos unas risas pensando que por la noche subirá y habrá un baño de sangre. Le llamamos "Scream II". Luego nos enteraremos de que es un poco retrasado.

En Calzadilla después de recuperar las constantes vitales. Enmarcado en rojo, el Santo al que guardo más devoción

Cenamos muy bien en el restaurante con l@s Catalanes. Después a dormir. A la mañana siguiente no ha habido matanza, pero no queda nadie. Hacemos los bártulos, desayunamos en el bar y salimos hacia Sahagún.

Sábado 2: En el camino hay varios pueblos y además la etapa es corta, 21.3 kms. En San Nicolás coincidimos en la fuente del pueblo con 3 francesas maduritas. De San Nicolás a Sahagún, 7 kms., nos cuesta llegar. Encima, al entrar nos desvían para pasar por la ermita de la Virgen del Puente y damos un rodeo de lo más estúpido. Llegamos al albergue que está bastante bien. En la recepción está Scream II con sus padres. Más tarde llegan las tres francesas. Como el dormitorio está dividido en compartimentos de 8 literas, nos meten juntos; las francesas justo en frente. Estas tienen que saber latín, lástima la poca intimidad. Dejamos las mochilas, nos duchamos y vamos a la estación a confirmar si hay tren por la mañana. Lo hay, con trasbordo en Palencia. Decido coger ese y así paso la jornada en Sahagún.

Comemos en un restaurante frente al albergue; después siesta (¡qué gran invento hispano! Hasta las francesas lo reconocen). En la siesta llegan l@s Catalanes, que pensábamos que habrían tirado para adelante por lo que me daba pena no verles. Resulta que habían parado en un bar de Ledigos y se habían quedado un buen rato. Además, se paran a ayudar a un matrimonio asturiano porque la mujer no se encontraba bien y David le lleva la mochila hasta Sahagun. David es "la madre" de todos los peregrinos.

Salgo a comprar algo de merienda. Iñigo sigue con el estómago raro. Salimos con David y Olga a tomar la cerveza número 2345 del camino. Luego compramos la cena y nos la hacemos en el albergue; algo ligerito: melón con jamón, ensaladas de lata y callos. Todo ello regado con un buen rioja ¡alabado sea el Señor! La cena es muy divertida; tanto David como Olga, Marta y Carla (golfillo) son muy agradables.

Con Marta, que afortunadamente no se convirtió en la Benedictina nº 13

Hay un pavo que está haciendo el camino corriendo. Para mí que le patina la neurona. Le llamamos "el hombre que corre". También anda por aquí "El Gallego Errante" y "number five" con su misteriosa sonrisa a lo Gioconda y un vestido muy ajustado que para mí que hace el número 20 ó 30 de los que ha traido. Me gustaría ver las dimensiones de su mochila. Otro que aparece y desaparece es el "hippy" de Bilbao, que se queda al sarao nocturno del pueblo. Encima se lleva con él otros dos compinches. Otro que igual baila es el italiano Giovanni que intenta ligar con todo lo que se mueve.

Aquí no pega ojo ni su padre a causa del calor. Cada vez que me giro me encuentro cara a cara con la franchuta cincuentona rubia que me sonríe. ¿cómo interpretar esa sonrisa? ¿maternal?, ¿complicidad?, ¿o algo más? En cualquier caso una aproximación resulta imposible a pesar de casi compartir cama, ducha, retrete y pasta de dientes.

Domingo 3: A la mañana siguiente nos despertamos a las 5:30 (sí, de veras, es posible hacerlo y seguir vivo) sólo para despedirme de l@s Catalanes. Marta es definitivamente "bugs bunny" y Carla es "golfillo". Me da pena despedirme. Iñigo insiste en esperar conmigo al tren aunque yo le digo que se vaya. Es un pedazo de pan. Como está roto se vuelve a la cama. Voy a la estación y saco el billete. Me encuentro con las francesas que me dicen que pensaban que eran las últimas. Pues sí nenas, sois las últimas porque yo abandono. (A la vuelta al trabajo me dice Iñigo que le preguntaron por mí).

A las 8:00 le despierto, nos vamos a desayunar y encontramos al matrimonio de San Sebastián, al de Ciudad Real y al de Algeciras. Al final convenzo a Iñigo de que siga el camino. Nos despedimos. Me marcho un tanto triste. Me apena perder de vista a la gente con la que he compartido viaje esta semana: Iñigo, David, Olga, Marta, Carla, el matrimonio viejito francés, Alex, ... incluso empezaba a gustarme Scream II y casi le hubiera perdonado que me rebanase el gaznate.

En la estación me llama el de los billetes (un tío muy serio, por cierto, como todo el mundo en este pueblo) y señalándome a un peregrino de unos 70 años, que también va a Vitoria, me pide que cuide de él, ya que no se aclara con los transbordos y el pobre acabará en Sevilla o así. Así que, lo que son las cosas, viajaré acompañado y de paso hago la buena obra del día. Resulta que el tío es medio ermitaño, se llama Ramiro y me mete unas chapas de órdago. Entre eso y que estoy destrozado me quedo como un tronco hasta Palencia, donde me despierto y le indico a Ramiro que bajemos apresuradamente (¡vaya ayuda de los c... que estoy siendo!. Al final hubiéramos aparecido los dos en Sevilla). Total que en la hora larga de espera nos tomamos n cervezas. El Palencia-Vitoria se retrasa. Al final llega, lo cogemos y vuelvo a entrar en estado catatónico. El Ramiro me despierta 38 veces para decirme erróneamente que ya llegamos. Empiezo a rebuscar en mi riñonera la navaja para tajarle la yugular cuando, en ese preciso instante, llegamos por fin a Vitoria.

Y aquí acaba mi historia; el resto deberá contarlo Iñigo... Por cierto, que después de dejar yo el camino la cosa fue degenerando hasta límites insospechados. Valga como ejemplo las imágenes siguientes: